jueves, 29 de enero de 2009

Tom Cruise, Obama, Mao y los jueces españoles


Hace unos días que se ha ido un amigo que respondió a mi llamada de socorro. No es que fuese una emergencia, pero quedaba bien decirlo. En los cuatro días que ha estado aquí, no hemos parado de salir ni de noche ni de día. Es joven por fuera, sólo 37 años, pero es todavía más joven por dentro.

Paseábamos cerca de Rembrandtplein cuando vimos a cinco cámaras de televisión y una veintena de personas esperando a las puertas de un cine que nos recordaba a un edificio de Gotham City. Tom Cruise estaba dentro de la sala presentado su nueva película Valkirie. No tengo nada a favor ni en contra de este actor. No me suscita muchas sensaciones. Los holandeses, tan sencillos como siempre, no se habían pasado horas delante de la puerta, arremolinados, esperando ver al actor. Allí, como si tan normal cosa, había cuatro gatos. Nosotros seguimos nuestro camino.

Salimos, mi amigo y yo, hasta bien tarde, yéndonos a dormir a las seis de la mañana cada día. La mañana que tenía que ir a la radio a grabar un espacio resumen del año 2008, sencillamente no escuché el despertador. Para no desaprovechar el trabajo preparado para dicho programa radiofónico que nunca tuvo lugar, voy a dar paso a algunos comentarios.

Parece que al cierre del año 2008, es imposible no hablar de Obama. Pues una mezcla de razas encarnadas en un solo hombre, cuyo papel como jefe mundial se supone que traerá cosas buenas para todos. En lo que a mi experiencia se refiere con los políticos, sé que los hay buenos y malos, y la mayoría son vaguetes con ganas de ganar pasta sin mover un dedo. No sé cómo se lo montan, pero un alto porcentaje ni trabaja ni deja trabajar, pero ahí los seguimos manteniendo. La erótica del poder les lleva a quedarse pegados a su puesto, pegados cual chicle escupido al asfalto en verano y pisado mil veces. No hay quien los saque de ahí. Es lógico, ganan mucho dinero sin mover un músculo y encima son reconocidos y famosetes. ¡Qué poca vergüenza tienen! La avaricia les ciega y creen ser el cerebro electrónico capaz de salvar a su país y al mundo entero. Tenemos muchísimos ejemplos de lo que estoy diciendo. No voy a entrar en detalles. Esperemos que este Obama sea un político diferente, aunque me reservo el beneficio de la duda.

Otro de los temas que iban a salir en mi espacio en la radio, son los pasos de dragón rojo que está dando China. La crisis que vivimos en nuestros días, puede afectar al vuelo de tan enorme pájaro con más de mil trescientos millones de pasajeros. Si los países que son la habitual clientela de China no tienen dinero para comprar, ésta, podría ver afectado su modelo de crecimiento. Están muy lejos de ser un país democrático. Me imagino que aunque sea tan patente su presencia mundial, los pobres chinos deben estar trabajando como negros cuando la esclavitud. Y sin recibir mucho a cambio.

A mí, que me gusta el tema chino, lo del Comunismo de Mao, es un tema para estudiar de cerca. Es apasionante, por lo menos a mí me resulta así. Hay un antes y un después de Mao en China. Recordemos que tras guerrear contra Chang Kai Chek y algunos señores de la guerra, además de concluir la Larga Marcha, en la que desaparecieron decenas de miles de personas, que no se sabe si murieron en guerra o en las purgas internas, subió al poder en octubre de 1948. Perdónenme la falta de precisión en las fechas, tampoco es tan importante. Mao, puso a los campesinos en la primera fila de la sociedad china, las mujeres dejaron de vendarse los piés y pudieron volver a andar y ser independientes. Se confiscaron las tierras a aquél que tenía más de unos metros, y fueron entregadas a los demás, lo que quiere decir que se las quedó el estado. Algunos hitos del gobierno de Mao, el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural. Ambos catastróficos. Pero a Mao, en China lo adoran.

En el primero de los hitos, la idea era producir más acero que los EEUU. Para esta brillante idea, se fundieron hasta los dedales y los viejos wok de los campesinos. Todos estaban llamados a fundir cualquier cosa que fuese de acero. Los niños no podían ir a la escuela, tenían que buscar trozos de acero en el campo. Así fundieron las herramientas para trabajar las siembras, los utensilios de cocina, las ruedas de los carros, todo. El resultado fue que a parte de no superar la producción de acero de EEUU, nadie se ocupó de sembrar el arroz, por lo que la consecuente hambruna fue además de provocada por el intelecto de Mao, una ola de muerte que cosechó (ahora sí) más de setenta millones de chinos. Mao se había equivocado y decidió retirarse una temporadita de la escena pública. Nadie le pudo culpar de los millones de muertos, esos campesinos chinos que él tanto presumía amar.

El segundo hito es más ecalofriante e hipócrita todavía. La Revolución Cultural, producto de la retorcida mente de su esposa, Jiang Qing, la actriz que nunca fue reconocida como tal hasta que no se casó con el jefe de los chinos. Esta revolución, se basó en un esquema aterrador. Destruir todo aquello que no fuese Mao. Desde 1966 hasta 1976, China vivió una década de pesadilla. Los jóvenes descerebrados miembros de la Guardia Roja, con el Libro Rojo de Mao en su mano, apalearon y asesinaron a todo aquél que fuese intelectual, culto, inteligente, trabajador, afortunado o discrepante con la más mínima idea de Mao. Murió más gente que en el hito anterior, y más violentamente. En estas líneas no puedo transmitir el dolor de esos años, pero algunas escritoras chinas, sí lo han conseguido. Para saber más aconsejo leer Cisnes salvajes, de Jung Chang o Madame Mao, de Anchee Ming. Esto pasa por darle el poder a los envidiosos. La Revolución Cultural fue una apología de la envidia. Todo aquél que valiera, estaba condenado a morir públicamente o a pudrirse en una cárcel. La historia de China, hay que leerla para creerla.

Los chinos están aleccionadísimos. Han de demostrar a Occidente la grandeza del comunismo chino. Entre otras manifestaciones, encontramos las super olimpiadas del verano de 2008. Las observé en la televisión, y me pareció que estaba organizadas con tal precisión y fervor, que difícilmente podrían ser igualadas por las de Londres 2012. Ya veremos. Lo ingleses también tienen pasta, pero no necesitan mostrarse al mundo como la nueva potencia, tal y como lo ha hecho China. Añado que cuando en los titulares decían que los chinos se apuntaban en masa al voluntariado olímpico, me reía. Me imagino muy bien al jefecillo de partido en cada barrio, amenazando a los habitantes con la muerte o con la ira del Partido Comunista si no se apuntaban a la lista. Claro, así tuvieron más de treinta mil voluntarios en la organización de los juegos.

A parte de mencionar que es la primera vez que ha nevado en Nigeria, me hubiese gustado despedir el programa dando un tirón de orejas a la Justicia española. ¡A ver si os ponéis a trabajar al ciento por ciento! Los jueces y los funcionarios de Justicia en España, son como los políticos. Poco trabajo y mucho dinero. Como no están, aún así, a gusto, sus señorías han decidido declararse en huelga, y además la adelantan a febrero. ¡Qué notición! Los jueces en España están situados en el limbo de ser funcionarios y cuerpo ejecutor de la Constitución. Según les conviene, se atienen a una definición u otra.

Hace un año que desaparecía la pobre niña Mari Luz. Sin saberlo ella, su caso ha descubierto la pésima salud del sistema judicial español. Nadie hace su trabajo o, ¿qué? El hecho de que tenga que morir una niña a manos de un pederasta asesino, en libertad no se sabe ni por qué, denota la poca efectividad del sistema. El juez Tirado estaba de cañas en Sevilla y se le olvidó durante no sé cuántos años el firmar la entrada en la cárcel del pederasta asesino. El resultado, la niña aparece muerta tres meses después. Para más inri, el pederasta asesino vivía en frente de ella y había abusado de ocho niñas más, incluída su propia hija. Qué asco.

No me extraña que la Justicia no suscite confianza entre los españoles. Después de todo, ¿quién no ha tenido un lío, ha acabado en juicio por no sé qué, y ha quedado defraudado? ¿Quién ha tenido una experiencia positiva con los jueces?

Como a Mao en su momento, a los jueces tampoco se les pueden pedir explicaciones ni tirar de sus puestos. Están ahí, intocables, pero cada palabra de ellos, afecta a los demás.

Nada. Seguimos dando el poder a los que no debemos...

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