sábado, 4 de junio de 2011

Enfant Terrible




Las amigas pasaban las tardes juntas, y le daban a la caña de cerveza y a la bolsa de pipas. Ponían el mundo del derecho y del revés en sus interminales conversaciones. A veces entraban en el espacio fantástico e imaginaban cómo sería la vida si el verdadero Dios fuese Alá o si ellas hubiesen nacido en la Edad Media o discutían la actualidad de las noticias sin leer el periódico regularmente. Aquel día, precisamente, la noticia que destripaban era sobre la agresión al medioambiente.


- Pero chica, ¡es que el humano no se corta! ¿Para qué tantos coches, tantas fábricas, tanta basura?

- Lo de los coches, está claro. Las compañías han convencido a la población de que cada uno necesita un coche, cuando es completamente prescindible. Las ciudades están llenas de autos con una sola persona cuando caben, como mínimo, cinco.

- Bueno, si vives en medio del campo, necesitas un vehículo.

- ¡Exacto! ¿Y cuántas personas viven en medio del campo? Casi todos, en España, habitamos en ciudades. En ellas hay medios de transporte suficientes, y para emergencias, están los taxis. Es estúpido que cada uno tenga, al menos, un coche.

- Y si te vas de viaje, el tren llega a cualquier sitio. Otra idea es compartir el coche.

- ¡Y las fábricas!

- Sí, las fábricas. Jamás se detienen. Los occidentales acumulan productos en sus casas, trastos que no sirven para nada. ¡Acumular, acumular, acumular! Luego un día se cansan y empiezan a llenar el contenedor de ropas y objetos sin usar. Y los gobiernos no saben qué hacer con tanta basura. En mi opinión, podríamos empezar por producir menos.

- Eso, ¡las basuras!

- Ya no sabemos dónde meterlas. Dicen que alrededor de la Tierra hay un anillo de guarrería que la acompaña en su rotación.

- Así que si cruzáramos la atmósfera, nos llenaríamos de porquería antes de llegar a la Luna.

- Efectivamente. Y los ríos, los mares, las selvas, todo es una escombrera para el hombre.

- Hace poco leí que en las aguas del Atlántico Norte hay una extensión de plástico flotante más grande que Alaska.

- ¡Pobres peces! Qué destrozo...

Las amigas se quedaron un rato calladas pensando en esa asquerosa mancha plástica multicolor flotante en las azules aguas atlánticas.

- ¿Crees que la Madre Naturaleza se ha arrepentido de crear al hombre?

- Seguramente, sí.