martes, 6 de enero de 2009

¿Una gaviota que echa el ancla?



Los que nacemos con estrella, somos afortunados y no nos podemos creer que las cosas no nos van bien por mucho tiempo que lleven así. No es que me vaya mal, pero el hecho de que mi último contrato laboral finalizó en mayo de 2008, me empieza a apretar la garganta. Bueno, no el hecho en sí, pero la consecuencia, que es no tener un duro. Lo que tengo está destinado a la casa que me compré en España cuando la crisis de la construcción no se sospechaba. Hablo del verano de 2006.

Los de mi generación, nacidos en el 79 y alrededores, estaremos marcados por esta mierda. Algunos se han convertido en adultos bebés, que viven con sus padres teniendo 30 o 40 años y se nutren del frigo parental y no pagan recibos. Otros, más valientes, se lanzaron a la compra del piso, pensando que el precio sólo iría para arriba. Así que los pobrecicos, con salarios de risa (en torno a los 1000€) se tiraron a la piscina y firmaron hipotecas por valor de 200.000€. A esto, súmale los intereses bancarios, que tras 50 años, te revelan que has pagado dos casas, una para tí, y otra para el banco.
La mía, de la que no tengo queja, me cuesta 90.000€. Si pienso que es una caja de cerillas, la encuentro carísima. Si pienso que tiene piscina compartida y que está fuera de la ciudad, la veo super guay. Pero el hecho de adquirirla, ha cambiado mi vida.

Yo era un pájaro volador, una gaviota, si puedo elegir. La gente en mi pequeña ciudad de origen me preguntaba al saludarme "¿es que estás por aquí?". Yo ahorraba y administraba mi dinero para viajar. Es lo que más me gusta. Es el factor sorpresa en su máximo exponente. No sabes a quién te vas a encontrar, ni lo que te vas a encontrar. Me encanta. Precisamente, cuando estaba en una de esas largas estancias en el extranjero, me llamaron mis padres y hermano y me comunicaron las casas tan bonitas y baratas que podíamos comprar. Y yo, que pensaba que el precio de las casas sólo subiría y subiría, dije Sí.

A consecuencia de aquel Sí, a ratos me cago en la leche a ratos, no. Ahora que yo me iría a China, y me gastaría una buena pasta en un viaje con el que sueño desde que me leí la historia reciente del país. Pero no puedo hacerlo, porque ahí tengo mi cajita de cerillas construida en un precioso sourranding.

Claro, es que yo era muy feliz y lo tenía todo tan organizado ,que podía viajar todo lo que me diera la gana. Ahora, la casita es lo primero, incluso para ésta que escribe, que nunca pensó en echar el ancla en ningún puerto.

Me consuelo pensando que para seguir siendo gaviota, sólo tengo que currar de tal manera que gane el doble de pasta. Una gran parte destinanada a mi casa, otra parte a ir a China.

Concluyo pensando que para mejorar, no hay que recortar las cosas que te gusta hacer, hay que esforzarse más, y conseguir todo lo que para ti es importante.


Ha quedado un poco confuso, creo. Digo que, hay que tener afán de superación. La cosa no es retener gastos para poder pagar la casa, la cuestión es ganar más pasta para poder pagarlo todo. Osea, afán de superación.


Venga, pues, ¡a por todas!

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