martes, 5 de junio de 2012

Salir por Murcia, torear de noche

Hoy un poco de humor, sin ánimo de ofender a nadie. En Murcia, hace unos años alguien tuvo la idea de poner bares de copas en la plaza de toros; está bien esto porque una se ahorra de pagar taxi o de conducir a altas horas de la madrugada en dudoso estado si quiere continuar la noche en una discoteca. ¡Estupendo!

No sé cuánto tiempo lleva el Musik o "miusik" abierto, había oído hablar de su buena música (como ponen a los Rolling, a mí me sobra) pero no de su público. He pasado bastante tiempo viviendo fuera y me he hecho a las costumbres de los países del norte o, como otros los llaman, los europeos. Quizá por eso me chocó todo tanto y eso que las cervezas ingeridas amortiguan los acontecimientos.

Cruzaba yo a las cuatro de la mañana los tendidos de la plaza de toros de Murcia sin saber que iba a torear. Con mi capote y mi espada, es decir, mi cerveza y mi pitillo, me encuentro con una revuelta a la entrada. Unos tocando el tambor, otros con pancartas. La noche anterior, el gorila de la puerta le había pegado a un senegalés y los amigos de éste habían atacado al gorila a golpe de monopatín. Resumiendo, se repartieron galletas, al día siguiente todo era: has sido tú-has sido tú-has sido tú-no tú-no tú-no tú.

Paso del rifirafe porque no va conmigo y, como ya he dicho, la cerveza ingerida lo amortigua todo. Entro en el ruedo. Muchísimos toros beodos y sonrientes y toreras bailonas vestidas de luces. Un gran dinamismo y buena música como me habían indicado.

Me dirijo al burladero a pedirme una cerveza, por el camino me sale un toro. Un palmo de cabellos de punta bien engominados y una frase: A la paz de Dios. Saco el capote y supero sus interesantes palabras. Me cambio de sala dando un giro oportuno al ritmo de twist de Pulp Fiction y no recojo el capote pues otro torito bravo viene a por mí: ¡Eres la más guapa! Sonrío con gracia y con otro giro, los brazos levantaos para que no me manche la sangre del toro y exclamando ¡hey! me sitúo en una zona despejada de la plaza. Viene mi amiga con giro parecido y me comenta: Me ha dicho que tú eres guapa pero que yo le pongo. Seguidamente me muero de la risa saco mi espada y apunto al suso dicho, le hago entender que no se me vuelva a acercar. Recuperadas del ataque de risa salimos al ruedo otra vez, para eso somos mujeres del sur y no nos asusta nada. Se me cae la montera, sin querer, al recogerla empujo a un toro, antes de que muja, ya sale su torera a defenderlo, boca torcida, gesto de chula. En vez de enfadarme, respondo con hilaridad. Sigo con mis piruetas, mi capote pegado al cuerpo, graciosos volantes me acompañan (al menos así me veo yo). Reposo delante del burladero en donde hay un altavoz que se puede girar. No se me ocurre otra cosa que enchufárselo en la oreja a la torera cuyo toro antes había empujado.

A las cinco de la mañana concluyo que ya he tenido suficiente, que después de todo mi carrera es el periodismo, no la tauromaquia, y que el ligar, se va acabar.