viernes, 16 de enero de 2009

Esto, va de pintura


Siguendo el consejo que leí en la red hace unos días, exactamente un día antes de comenzar mi blog. Escribir diariamente unas 1000 palabras. Y esto, ¿para qué? Pues para crear la costumbre de escribir en mi distraída mente. He de reconocer que funciona. Como este es mi blog, pues simplemente transmito unos pensamientos a la red, que quizá un día alguien lea. Me da igual si le interesan a la gente o no. Son mis pensamientos, y este es mi blog. Como dueña y señora del mismo, por obra y gracia de Google, hoy, voy a teclear en mi portátil sobre pintura. ¡Que bien! ¡Cómo me gusta hacer lo que me da la gana!

Pienso que el momento de empezar a trabajar, está cerca. Después de Navidad, empiezo a obtener respuestas de las agencias de empleo. Algo es algo. Antes ni media palabra. No me iré por las ramas, yo vengo a hablar de mis cuadros. Aprovecharé el tiempo libre que me queda con mis cuadros y mis libros.

He pintado algo desde que abrí el maletín de óleos que me regaló mi madre por Reyes hace tres años. El primer cuadro, fue un auténtica mierda. Quise hacer en óleo lo que hacía con cera, y eso, es simplemente una guarrada. El fénix que yo quería que fuese blanco y azul, se tiñó de colores varios, especialmente cuando a medio secar, mi padre depositó un paño manchado de rojo sobre mi precioso lienzo durante no sé cuántos días. Lo dicho, una mierda. El óleo es pringosete y tarda un mes en secarse. Para los torpones que hay alrededor, un lienzo al óleo todavía húmedo, es un agujero negro al que se dirigen todas las cosas que tiran. En fin.

Aquí, en Amsterdam, tengo mis óleos, mis pinceles, mi caballete y varios lienzos. Cada vez menos en blanco, porque les voy dando vida. Hasta ahora había centrado mis pedacitos de alma en vistas al mar. Como no, al Mediterráneo. Me apasiona la fotografía a pesar de tener una modesta cámara digital. Añado que también tengo una Zenit de 1978 que hace unas fotos dignas de observar una y otra vez. En invierno, cuando cae la tarde, la transición hacia la noche, está teñida de fucsia y violeta. En verano, esta transición es naranja y roja. No sé cuál es más petrificante. En ambas, me quedo de pie, frente al mar, aspirando su perfume salino, respirando por la boca para no distraerme del mágico momento con mi propio aliento. Me siento parte, plenamente, de la naturaleza, obra de ella, de hecho, y entiendo menos que nunca, cómo puede haber humanos dispuestos a teñirla de un sucio gris.

Continúo. En Holanda seguí pintando las mismas vistas hasta que me sugirieron plasmar el campo holandés. Entonces hice el cuadro arriba situado. Verde y azul. Así es un día de invierno con atmósfera soleada y crujiente de frío. Ni una montaña, ni una ondulación en el terreno. Planicie, verdor y vida rural. Precioso. Me encanta pasear en bici por medio de esos campos. El olor a leña flota junto con el olor a borreguito. También me gusta.


En contraposición, he pintado lo mismo pero en plan español. Concretamente en plan Castilla - La Mancha. ¡Qué comunidad tan bonita! ¡Qué mágica! Esos paisajes no se ven en otro lugar. En este cuadro, donde en lugar del verde, el color reinante es el amarillo, he querido transmitir un pequeño detalle. En el cuadro de Holanda, al campo está dividido. Es un país pequeño y las tierras están repartidas al centímetro. En Castilla - La Mancha, los campos son tan amplios que se te pierde la vista en los dominios de la misma persona. En la versión española, el frío invierno y los vientos, no dejan una hoja en los árboles ni permiten que una nube se pare a admirar lo que tiene debajo.

Recomiendo leer el Quijote e irse a esta comunidad a hacer la ruta que lleva el nombre del hidalgo caballero. Una mezcla de literatura y naturaleza que no te puedes perder. No es raro que puedas admirar este paisaje totalmente sola. Tan amplia es Castilla.

Y ¡qué bien se come!

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