jueves, 16 de julio de 2015

Diario de Río: Corazón con corazón



Que este viaje marcaba un antes y un después en mi vida, yo ya lo sabía. Hoy he tenido plato fuerte después del desayuno y después de la comida también. Las conversaciones con la hermana Socorro preparando lo que vamos a hacer con los niños y adolescentes de las comunidades al día siguiente, son la guinda al acabar la jornada.
Esta mañana hemos hablado de la rabia con los adolescentes. No puedo transmitir con palabras las emociones. Llegado mi turno, he decidido hablar y les he abierto mi corazón porque para eso he venido y superado muchos miedos, después ellos han abierto los suyos. Nunca olvidaré lo que ha pasado. Hemos acabado la clase con abrazos. Nunca había abrazado así, nunca había sentido eso;  nunca he abrazado a nadie de esa forma; podríamos habernos quedado así durante horas, corazón con corazón. Quizá sea lo más humano que he hecho en mi vida.
Esta tarde hemos subido a las comunidades. Con el calor del invierno tropical llegamos a nuestro destino sudadas y sedientas. La visión es impactante; la basura, las aguas fecales, los animales sucios, un entorno totalmente insalubre, penoso. 
Seis u ocho niños y adolescentes reunidos hablando de nuevo de la rabia, qué nos hace sentir, cómo la encauzamos. Hemos dibujado una representación de este sentimiento. Cuando ha llegado mi turno, he explicado la mía, al terminar un silencio y una de las adolescentes ha dicho "forte".
De pronto un niño se ha tirado al suelo y se ha cubierto la cabeza, los demás han hecho algo parecido, yo he preguntado si es que había alguna fiesta, me han dicho que no, "son tiros".
Hasta que no hemos vuelto a la residencia no he dejado de sentir miedo.
Como siempre, las bellísimas montañas de Río de Janeiro en el horizonte; los hijos de Brasil sufriendo tanto; la vida continua. 

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