jueves, 31 de marzo de 2011

Occidente y los ojos, los ojos y Oriente



En Occidente nos cubrimos los ojos cuando hace sol, y sin que lo haga, cuando estrenamos gafas o cuando queremos escondernos del mundo. Para pasar desapercibidos nos ponemos las gafas de sol más oscuras quedando así a cubierto de las miradas. En nuestra cultura, si no nos ven los ojos, es que no nos ven en absoluto. Es curioso desembarcar en una playa nudista almeriense, de esas maravillas naturales que aún la avaricia humana no ha podido violar, y observar a las personas que por allí pasean. Van desnudos, claro, pero no se quitan las gafas de sol ni cuando cae la tarde. De alguna manera, el no mostrar sus ojos, y que nadie pueda saber lo que piensan por medio de ellos, es su ropa y su cobijo.


En Oriente, se cubre a las mujeres, incluso en verano, hasta los tobillos y las muñecas. Ellas lo único que dejan al descubierto (en caso de no tener que humillarse ante el burka) son sus ojos. Castaños, expresivos y profundos. Al pasear por las calles de Munich y observar esas imágenes del pasado que son, por ejemplo, las mujeres iraníes completamente cubiertas de negro paño y que sólo muestran sus ojos, pienso: Tu alma son tus ojos, así que no tiene ningún sentido que tapes tu cuerpo, puesto que tu alma, está al descubierto.


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